domingo, 23 de marzo de 2014

Una ola, dos direcciones.

Entretenimiento para unos; obstáculos para otros. Oscilaciones comandadas por los vientos: paulatinas y débiles; ó dinámicas y bravas, sobre la superficie del gigante azul actúan, llevando su firma en naufragios, causando destrucción y muerte. Aleatoriamente, intervienen en el camino del marino, a causa de vendavales, sin conocimiento del daño consumado.
Fruto de la naturaleza más arbitraria, formando su fuerza mar adentro para así llegar hasta el litoral, a las playas, a modo de regalo para aquellos deseosos por deslizarse sobre su ondulada figura.
Dos posturas paradójicas de éste fenómeno, inherente a la naturaleza, que por un lado: siembra la más absoluta devastación; y por otro lado, un subidón penetrante de adrenalina y satisfacción.

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