miércoles, 15 de octubre de 2014

Volver a verte.

amor mío:

Te escribo desde mi litera en este angosto camarote. Estos meses lejos de ti se me están haciendo eternos. Echo de menos tus ojos. Que me mires es la sensación más bella del mundo. Siento tus caricias en mis sueños. Últimamente no concilio el sueño demasiado bien. pues te busco, pero nunca te encuentro al abrir los ojos. Al ponerse el sol, solo quiero que éste se oculte para no tener que soportar el calvario de no verte, de pensar constantemente en ti. No puedo más. No sé cómo me alisté en esta locura. Me lo advertiste, pero no te escuché. Ahora me arrepiento, pero ya es tarde. Me lamento cada segundo de mi equívoca dirección. Derramo lágrimas por las noches imaginándome momentos a tu lado. Me sale una pequeña sonrisa acompañada de una risa floja cuando rememoro aquellos momentos íntimos junto a ti. Nuestros cuerpos rozando en aquellas noches de pasión donde las velas se consumían por completo. No me quejo de los compañeros. Son únicos. La camaradería dentro del barco es lo que me hace soportar este amargo dolor. Mis amistades en el barco me están ayudando a sonreír de vez en cuando, pero aún así, solamente contigo alcanzo la verdadera felicidad. No quiero demorarme más en mi carta, pues las palabras me salen solas y las lágrimas también, cayendo de mis mejillas sobre el pálido papel. Escribiría sobre todo tu ser si así me lo permitiese el tiempo.
   
                                                                                                        Te quiere, Juan

                                                                                                                  a 14 de marzo de 1943


A María, con todo nuestro dolor:

Sentimos comunicarle una trágica noticia que a todos nosotros nos apena, pero sobre todo a usted. Su enamorado, amigo y pareja, Juan; ha muerto por la siguiente causa: sobredosis de barbitúricos.

El Ministerio de Defensa, la Armada española, el Capitán y la tripulación del barco le damos nuestro más sentido pésame.

                                                                                                               
                                                                                                                  a 25 de marzo del 1943












martes, 19 de agosto de 2014

La eterna grandeza


"Timonel, rumbo noroeste", aullaba como un lobo el capitán del barco, cuyo destino se hallaba ahora en el ponto mar. Allí, en aquel piélago profundo con abundante vida subacuática. Tras un enfrentamiento naval entre griegos y persas, solamente quedó un barco a flote. Un barco de no gran eslora, manga o calado, pero que con el rigor y esfuerzo de sus marineros, y con la ingeniosa y capaz mano de su capitán, logró superar con éxito aquella contienda, librada por bárbaros, obligados a luchar del Imperio Persa, y guiados por un Rey esclavizador de hombres, mujeres y niños; y reclutados libertadores dispuestos a morir por una pequeña idea, algo insignificante por entonces, un atisbo de luz al final del túnel, para que la sociedad compartiese derechos y privilegios.

 "Capitán, la popa del barco está dañada" advertía el primer oficial, escéptico de poder llegar a su patria salvo, que no sano, pues él lo único que quería era ver una vez más a su bella esposa, de rizado cabello y piel pálida, con la que meses antes de la salida había contraído matrimonio y una hija, a la que los mismísimos dioses habían pintiparado su belleza y gracia. Como advirtió aquel hombre, el barco se inundaba por popa, nada pudieron hacer ahora los tripulantes de aquel navío triunfador de batalla que, sin embargo, acabó sumergido en lo más hondo y cavernoso de todo el mar en el cual tuvo el infortunio de hallarse. El barco, tardó en hundirse; la agonía del naufragio, constante; la muerte de su tripulación, espantosa; la audacia de estos hombres, eterna.

domingo, 23 de marzo de 2014

Una ola, dos direcciones.

Entretenimiento para unos; obstáculos para otros. Oscilaciones comandadas por los vientos: paulatinas y débiles; ó dinámicas y bravas, sobre la superficie del gigante azul actúan, llevando su firma en naufragios, causando destrucción y muerte. Aleatoriamente, intervienen en el camino del marino, a causa de vendavales, sin conocimiento del daño consumado.
Fruto de la naturaleza más arbitraria, formando su fuerza mar adentro para así llegar hasta el litoral, a las playas, a modo de regalo para aquellos deseosos por deslizarse sobre su ondulada figura.
Dos posturas paradójicas de éste fenómeno, inherente a la naturaleza, que por un lado: siembra la más absoluta devastación; y por otro lado, un subidón penetrante de adrenalina y satisfacción.

sábado, 22 de marzo de 2014

Ser un marino

Sólo, apartado de todo lazo familiar, olvidado por muchos, recordado por pocos, se halla el marino ahora a bordo del barco en cuyo destino ha encomendado su vida, no teniendo temor a la muerte que en el mar pueda sucederle. Desolado; entristecido; son solo uno de los pocos estados de ánimo pesimistas que el marino afronta en su angosto camarote. Se encuentra fatigado, no sabe qué hacer...de joven le pareció una experiencia única el navegar, ahora, muy bien entrados sus cuarenta años, aquél muchacho con ganas de comerse el mundo, de plantar cara a los siete mares, se halla en un estado completo de amargura y penuria. pues se acerca su cincuenta cumpleaños y se encuentra a más de cinco mil kilómetros de su familia; sus amistades;, en aquél océano donde los únicos que le acompañan son otros desgraciados que como él, añoran y lloran por sus familias que en tierra firme se ubican. Aún con todo el dolor, sufren cada día esta tremenda amargura, pero saben que sin ellos, el mundo no sería lo mismo, y por eso luchan día tras día y vencen al amargo aislamiento como buenamente pueden. Es por esto, por lo que doy gracias a estas personas, que sin su esfuerzo a la contribución del bien social, no podría sustentarse el mundo en el que vivimos. Por todo ello, gracias.