viernes, 26 de febrero de 2016

Flashback


La nave entró en el puerto de Bilbao una noche lluviosa, pero como acostumbra el borrascoso clima del norte. La tripulación de aquella, haría noche en la norteña villa.

En principio la rutina envolvía la marcha de los marineros, que ahora ponían rumbo a una fría y oscura habitación de los alrededores de aquél fondeadero. Desembarcaron por orden de lista, hasta que el capitán, un apuesto ermitaño de los mares, culminó con la tediosa maniobra dando un pequeño salto al llegar al extremo inferior de la rampa, e incorporándose al húmedo asfalto, el cual hacía meses que no tenía la suerte de pisar.

De camino hacía el motel, en el transporte, los marineros gimoteaban cansados tras el largo viaje, y el conductor del autocar conversaba con el capitán sobre lo difícil que, a su parecer, debía de resultar a esos pobres hombres la vida en la mar.

Al llegar a la modesta pensión, preguntaron al recepcionista que en ese momento se encontraba detrás del mostrador principal, la duda que asolaba a todo el pelotón de si cerca de allí habría una taberna donde poder beber hasta caer extenuado. Cargaron con los macutos escaleras arriba y los dejaron en las habitaciones. Prestos, bajaron y se dirigieron hacia la tasca, que se encontraba en una calle paralela a la transeúnte morada.

El capitán se quedó en la habitación unos minutos más aseando su frondosa barba, antes de reunirse con los suyos. No tardó apenas unos treinta minutos, lo suficiente para que sus colegas de gremio ya estuvieran sobradamente achispados.

De camino a la tasca pensó en dar media vuelta y volverse al motel para ahorrarse el vergonzoso espectáculo, que seguro, andaban administrando los suyos. Desvanecida esa idea, el capitán entró sin vacilaciones al rodeo donde encontró además de a sus embriagados hombres, a una preciosa mujer de cabello castaño y ojos pardos que apoyaba su codo derecho en el extremo izquierdo de la barra. Sin duda, era la muchacha más guapa de todo el norte.

Indeciso de si hablar con aquella muchacha que observaba con miradas insignificantes a las burlas y llamadas de todo el pelotón, tenía dos opciones:

Dirigirse a ella, o dejar, como otras muchas veces, que esa chica se convirtiese en un recuerdo nublado en su mente.

¿Qué decisión tomará el capitán?

domingo, 3 de mayo de 2015

La dificultad de la palabra.


"Como pesa llegar al hogar. Una morada sombría y solitaria, en la que tu ausencia extingue la luz del sol que se deja conducir por los claros cristales hacia el interior.

Y es que, a pesar de haber estado ausente durante tanto tiempo, embarcado en aquél navío; atareado y ajetreado  con las labores que allí me delegaban; fue imposible eliminar la afanosa idea que rondaba por mi mente: la de olvidarme de ti.

Intentarlo lo intenté, incluso llegué a pensar que logré mi objetivo. ¡De inocente pequé, como otras tantas veces! Pues solo un cruce de miradas, al tropezarnos en la Calle Baja aquella noche, bastó para volver a vivir lo recordado, más que a recordar lo vivido. Y te preguntarás porqué cambio de tal manera el orden de las palabras a tan discreta oración. Pues he aquí la respuesta: exclusivamente puedo recordar y rememorar los momentos buenos que pasamos juntos, y esa sensación del recuerdo, me hace vivirlos de nuevo; todos ellos; uno por uno; del primero al último, sin olvidar o excluir alguno; y cada cual con más efusividad que el anterior.

Y vuelvo a ese cruce, ese choque de miradas, que tanto temor me ha sembrado durante el tiempo que hemos estado separados. Fue algo que, aunque fugaz, hizo despertar la alegría en mi. Una alegría que había estado desdibujada y diluida, casi extinta. De nuevo, te preguntarás algo: la razón de ser de esa alegría, a pesar de la temprana caducidad del instante.

El momento no duró apenas unos segundos, pero en ellos pude apreciar al detalle todo lo que quisiste que viese.

  Tus ojos brillaban alumbrando la noche oscura, como dos guías, orientando mi rumbo perdido.

  Tu sonrisa dibujaba, y reflejaba cariño, simpatía, alegría.

  La forma de mover tu escultural físico incitaba al salvajismo más perverso.

Vi ante mí a una mujer segura, vibrante y feliz, que es justamente lo que más gozo me dio. Tu felicidad; tu júbilo; tu alegría; mil sinónimos que se fundan en una única idea, en ti y en tu bienestar.
Por esa razón decidí no buscarte al día siguiente, ni tampoco los días posteriores. Porque por muchas ganas que tuviera de hacerlo, no me perdonaría de nuevo caer, y hacerte caer conmigo, a las lágrimas, a lo ya vivido, a lo pasado.

Y ahora debo embarcar de nuevo; sin haberme despedido en persona, solo con aquella furtiva mirada, y esta insignificante y vergonzosa carta; y con toda la emoción del viaje que me depara por delante.

                                                                                                                            Te quiere, Jorge"

lunes, 23 de febrero de 2015

Pasado, presente y futuro.



“Temía no poder aferrarme al mástil antes de sucederse la tempestad.

Mi temor fue que mis brazos resbalaran por la húmeda madera, deslizándose mi cuerpo por la cubierta, observando a mis compañeros asegurando sus tristes vidas. En el momento en el cual mis apoyos se desplomaban, sentía un alivio. La alborotada vida, contra la tranquila muerte.
¿Sería acaso lo que buscaba? Caer por la borda  y naufragar por el bravo mar hasta hundirme en sus aguas. Inconscientemente, en mi psique, deseaba que así sucediese.

Llegaron las primeras ráfagas de viento, acompañadas de granos acuosos que golpeaban de manera extremadamente violenta contra mi rostro. Nunca había visto semejante fuerza de la naturaleza actuar contra mí. Allá, en el cielo, habría algún dios justiciero, sentenciándome por todos mis pecados.

El temporal transcurrió de manera acelerada y yo me afané en no soltarme del mástil. Mi subconsciente me repetía cada segundo de la tormenta que lo hiciese, que me dejase llevar por la mar para así tener un final trágico, pero digno para uno al servicio del ponto.

No tuve agallas para soltar el mástil enclavado en la cubierta, y no me arrepiento de ello.

En aquella época, no tenía nada por lo que luchar. Ahora tengo una familia y me gano el jornal en tierra firme. Mis reiteradas súplicas fueron escuchadas al fin. Es por esto, por lo que nunca te has de rendir, sea cual sea la situación en la que deambules.

El pasado se olvida relativamente rápido cuando hay un futuro que merece la pena vivir.”

domingo, 22 de febrero de 2015

Deseo y tragedia.


Imagínese una barcaza de salvamento, desamparada en el ancho de la mar, alejada de la costa en un caluroso mes de agosto. En ella, hallábase a dos individuos: ella con vestiduras blancas, y él con atuendo de color negro pantera; ambos con el ropaje húmedo y envestido de salitre.
Embarcados hace apenas unos minutos en un lujoso yate turístico. En él, encontrábamos cinco figuras del cine, de las cuales, una era dueña del yate; y otro tanto de personal que compartía lugar de trabajo.

Ocurrió un extraño y funesto suceso: El motor explosionó y la cubierta de la proa se elevó hasta despegarse y arrojar a aquellos cinco faranduleros que se encontraban en el jacuzzi a la mar, junto con varios de los operarios que en la sala de máquinas trabajaban y acabaron trágicamente calcinados por las llamas. En ese instante, el Capitán descansaba y el barco se hundió rápidamente sin ninguna oportunidad de poner en marcha el plan de salvamento. Él, sin faltar a su juramento como capitán, se hundió sin separarse de su tripulación.
El primer oficial de puente, junto con uno de los camareros del yate, desamarró un bote salvavidas y se echaron al agua antes de hundirse por completo el pequeño buque.

Observaron los cuerpos sin vida de aquellos que fueron lanzados al agua salada, y ahora posicionados de bruces sobre la superficie del mar yacían inmóviles.

Fue entonces, tras la asimilación de lo ocurrido, cuando ambos supervivientes se miraron el uno al otro y a pesar de la situación que les precedía, se enamoraron al instante.

Desconocían el motivo por el cual explotó el motor de la nave; no tenían recurso alguno para poder comunicarse con las unidades de salvamento; el sol calentaba con fuerza sus húmedas cabezas; y a pesar de todo aquello, ambos tenían una especial afección por esa precaria situación.

Ese cariño que sentía uno por el otro se propagó por toda la balsa pocas horas sucedido el accidente, inmolador de gentes.

Acaecieron los días y nadie llegaba en su auxilio. Él murió de deshidratación. Ella pudo narrar el suceso tras varios días delirando sola en la barca, hasta que un barco mercante avistó la barcaza y pudo ser rescatada.

El amor, sentimiento aleatorio, que surge en momentos enigmáticos de la vida y del cual, traslucen numerosas ideas, como en este caso, la fugacidad y el salvajismo.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Volver a verte.

amor mío:

Te escribo desde mi litera en este angosto camarote. Estos meses lejos de ti se me están haciendo eternos. Echo de menos tus ojos. Que me mires es la sensación más bella del mundo. Siento tus caricias en mis sueños. Últimamente no concilio el sueño demasiado bien. pues te busco, pero nunca te encuentro al abrir los ojos. Al ponerse el sol, solo quiero que éste se oculte para no tener que soportar el calvario de no verte, de pensar constantemente en ti. No puedo más. No sé cómo me alisté en esta locura. Me lo advertiste, pero no te escuché. Ahora me arrepiento, pero ya es tarde. Me lamento cada segundo de mi equívoca dirección. Derramo lágrimas por las noches imaginándome momentos a tu lado. Me sale una pequeña sonrisa acompañada de una risa floja cuando rememoro aquellos momentos íntimos junto a ti. Nuestros cuerpos rozando en aquellas noches de pasión donde las velas se consumían por completo. No me quejo de los compañeros. Son únicos. La camaradería dentro del barco es lo que me hace soportar este amargo dolor. Mis amistades en el barco me están ayudando a sonreír de vez en cuando, pero aún así, solamente contigo alcanzo la verdadera felicidad. No quiero demorarme más en mi carta, pues las palabras me salen solas y las lágrimas también, cayendo de mis mejillas sobre el pálido papel. Escribiría sobre todo tu ser si así me lo permitiese el tiempo.
   
                                                                                                        Te quiere, Juan

                                                                                                                  a 14 de marzo de 1943


A María, con todo nuestro dolor:

Sentimos comunicarle una trágica noticia que a todos nosotros nos apena, pero sobre todo a usted. Su enamorado, amigo y pareja, Juan; ha muerto por la siguiente causa: sobredosis de barbitúricos.

El Ministerio de Defensa, la Armada española, el Capitán y la tripulación del barco le damos nuestro más sentido pésame.

                                                                                                               
                                                                                                                  a 25 de marzo del 1943












martes, 19 de agosto de 2014

La eterna grandeza


"Timonel, rumbo noroeste", aullaba como un lobo el capitán del barco, cuyo destino se hallaba ahora en el ponto mar. Allí, en aquel piélago profundo con abundante vida subacuática. Tras un enfrentamiento naval entre griegos y persas, solamente quedó un barco a flote. Un barco de no gran eslora, manga o calado, pero que con el rigor y esfuerzo de sus marineros, y con la ingeniosa y capaz mano de su capitán, logró superar con éxito aquella contienda, librada por bárbaros, obligados a luchar del Imperio Persa, y guiados por un Rey esclavizador de hombres, mujeres y niños; y reclutados libertadores dispuestos a morir por una pequeña idea, algo insignificante por entonces, un atisbo de luz al final del túnel, para que la sociedad compartiese derechos y privilegios.

 "Capitán, la popa del barco está dañada" advertía el primer oficial, escéptico de poder llegar a su patria salvo, que no sano, pues él lo único que quería era ver una vez más a su bella esposa, de rizado cabello y piel pálida, con la que meses antes de la salida había contraído matrimonio y una hija, a la que los mismísimos dioses habían pintiparado su belleza y gracia. Como advirtió aquel hombre, el barco se inundaba por popa, nada pudieron hacer ahora los tripulantes de aquel navío triunfador de batalla que, sin embargo, acabó sumergido en lo más hondo y cavernoso de todo el mar en el cual tuvo el infortunio de hallarse. El barco, tardó en hundirse; la agonía del naufragio, constante; la muerte de su tripulación, espantosa; la audacia de estos hombres, eterna.

domingo, 23 de marzo de 2014

Una ola, dos direcciones.

Entretenimiento para unos; obstáculos para otros. Oscilaciones comandadas por los vientos: paulatinas y débiles; ó dinámicas y bravas, sobre la superficie del gigante azul actúan, llevando su firma en naufragios, causando destrucción y muerte. Aleatoriamente, intervienen en el camino del marino, a causa de vendavales, sin conocimiento del daño consumado.
Fruto de la naturaleza más arbitraria, formando su fuerza mar adentro para así llegar hasta el litoral, a las playas, a modo de regalo para aquellos deseosos por deslizarse sobre su ondulada figura.
Dos posturas paradójicas de éste fenómeno, inherente a la naturaleza, que por un lado: siembra la más absoluta devastación; y por otro lado, un subidón penetrante de adrenalina y satisfacción.